sábado, 13 de octubre de 2012

ERIC HOBSBAWN, Por Jorge Guebely


Recientemente murió Eric Hobsbawn, historiador inglés con percepción marxista de la historia, visión humana del devenir social. Su nombre vino a mis predios en los años setenta, momento en que llegó a Colombia en los comentarios de Orlando Fals Borda. Leí entonces ‘Bandido’, uno de sus libros. No el mejor de su extensa producción pero sí el más reconocido en ese momento. Trabajo donde analiza el mito del Robin Hood, la constante en las culturas pre-capitalista de crear hombres magnánimos, interesados en combatir a los ricos para favorecer a los pobres, los Panchos Villas de cada cultura agraria. Texto que recordaba la Colombia nuestra.
Posteriormente incursioné en su ‘Historia del siglo XX’, delicioso de leer, complemento a su enorme trilogía  de la ‘Tres edades’. Siglo corto como él mismo lo denominó, se inició en la primera guerra mundial y terminó con la caída del experimento soviético. Siglo en donde la fugaz Unión Soviética se comportó como personaje importante, principal; en donde se derrumbaron las más altas utopías políticas y económicas de la modernidad.
La primera guerra mundial demolió el patológico optimismo de la ‘belle époque’, confianza irracional en el liberalismo y en la economía capitalista. Nada se podía esperar de una guerra surgida por la voracidad de los mercados. A su vez, la segunda guerra mundial desplomó el proyecto fascista, programa de corporativismo estatal y economía dirigida, convertido en totalitarismos sangrientos: Hitler, Mussolini y hasta Stalin.
También se derrumbó el proyecto marxista soviético, razón por la cual criticó contundentemente al Kremlin y renunció al partido comunista cuando Kruschev invadió las calles de Budapest. Nunca desistió del marxismo, Marx le abrió las puertas a una historia más humana. Distinta a la elitista historia positivista, deshumanizada de tanta objetividad, historia de reyes y jefes de estados. Su visión histórica se impregna de múltiples subjetividades, las del alma de los pueblos.
Hobsbawn debía saber que el marxismo había muerto con el mismo Marx. Nada tenía que ver con Lenin o Stalin como nada tenía que ver Nietzsche con Hitler. Lo habían convertido en discurso político, en partido imperialista, vanguardia para derrocar gobiernos y ganar poderes públicos, jamás en una visión humana para cambiar los comportamientos alienados de los pueblos sobre la tierra. En su último libro, ‘Cómo cambiar el mundo’, después de analizar la primera década del siglo XXI, concluye: ‘Ha llegado el momento de tomar en serio a Marx’. Es una deuda pendiente que los humanistas del mundo tienen con la historia y con el ser humano.
Columna Tomada de LaNoticia.com