lunes, 9 de junio de 2014

BILDERBERG por Jorge Guebely

Nuestras elecciones semejan contiendas de muñecos. Basta constatar que el fin de semana pasado, mientras los candidatos encendían artificiosas hogueras electorales, el club Bilderberg celebraba su foro anual en Copenhague. Uno de los verdaderos poderes del mundo definía el futuro inmediato de muchas naciones, incluyendo Colombia. Lo hacía en la más absoluta discreción a pesar de que estaban presentes los dueños de los más influyentes medios internacionales.

Además de los 35 miembros de su directiva —el actual director del club, Henry de Catries, estuvo recientemente en Bogotá comprando el 51% de las acciones en Colpatria—, participaron importantes líderes de la economía y la política mundial: Directores de corporaciones como Shell, B.P., Dow Chemical y Nestlé; Consejeros y Presidentes de Google, LinkedIn y Microsoft; Propietarios y Editores de The Financial Times, The Wall Street Journal, Die Zeit, Le Monde y The Washington Post; políticos como David Cameron y Mark Rutte; aristócratas como el Rey Guillermo Alejandro de Holanda y el Príncipe a la Corona Haakon de Noruega. Y, sobre todo, representantes del Banco Mundial, FMI, Reserva Federal y Departamento del Tesoro de EU. No estaban todos, ni siquiera los más pudientes.

Exceptuando el temario, nadie conoció las conclusiones del foro sobre: recuperación económica sostenible, economía y política con China, futuro de Ucrania y de la Unión Europea, políticas relacionadas con el explosivo crecimiento demográfico y la privacidad ciudadana, entre otras. Tampoco se supo sobre el Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos y Europa o el de Canadá, Estados Unidos y México… Ninguna política trazada por el Club Bilderberg sabremos hasta cuando comiencen a reflejarse en los países del mundo, incluyendo Colombia.


Para imponer sus conclusiones económicas, cuenta con la banca privada internacional y los bancos nacionales; con políticos influyentes en cada región para organizar los Estados en su favor; con los ejércitos de la OTAN y los nacionales para reprimir cualquier descontento y, sobre todo, con los medios de comunicación masiva para distorsionar la conciencia ciudadana. Con los medios, seguirán educando en mentiras como: ‘La política es una vocación de servicio a la comunidad’ cuando sólo sirve a sus intereses; ‘La democracia es el gobierno del pueblo’ cuando sólo gobiernan los pudientes, ‘dinerocracia’; ‘La voz del pueblo es la voz de Dios’ cuando sólo ellos hablan como dioses. Ellos pregonan el sentimiento de patria cuando la única patria que tienen es el dividendo. Mentiras para deslumbrar y esclavizar deslumbrados; para crear candidatos de torpes y vergonzosas banderas, con la función de sumisos y anodinos muñecos tercermundistas.