lunes, 23 de mayo de 2016



LA ADUANA Y EL PAR VIAL DE LA 50:
    HITOS QUE TRANSFORMAN LA CIUDAD
    Por Sigifredo Eusse

El Par Vial de la Carrera 50 es un proyecto clave de transformación urbana, que va a mejorar en corto plazo y sustancialmente la conectividad en Barranquilla. Será pronto una vía con cuatro carriles, ciclorutas y amplios andenes, aceras con árboles nativos cada 6 metros y solución definitiva del crónico estancamientos de aguas pluviales o servidas. Reconozcamos –a continuación– la importancia histórica de este referente urbanístico, más conocido hasta ahora como La 50 ó Carrera Aduana:

Al promediar el siglo XIX, Barranquilla se reconocía urbanísticamente como dividida en solo tres localidades: el Centro (portuario y comercial, en torno al viejo templo de San Nicolás y orillado a los caños fluviales), el Barrio Arriba y el Barrio Abajo. Surgirían algo después los templos y parroquias de San Roque y Rosario, que darían origen a los respectivos barrios de sus entornos.
Ya con el muelle de Puerto Colombia en operaciones antes del 900 y la conexión del ferrocarril de pasajeros y carga llegando a la Estación Montoya, la zona poblada en vecindad de esta última (Barrio Abajo, en su más inmediato entorno; mientras que Rosario, algo más allá, de “puente” hacia los comercios del centro) asumió muy pronto una fisonomía mixta y variopinta.

En el Barrio Abajo, desde siempre, convivieron el febril laboreo de talleres, industrias, astilleros, artesanos y un hervidero cosmopolita de pensiones y hospedajes, con vecindades familiares en otros callejones menos bulliciosos, de arena blanda, altos sardineles y grandes casonas de bahareque, techos de enea y profundos patios arborizados de frutales, olorosos a jazmín.





LA 50: REFERENTE  HISTÓRICO DE LA BARRANQUILLA URBANA

Para la segunda década del siglo XX, cuando Barranquilla era en Colombia el epicentro de la inmigración extranjera y de los negocios portuarios del comercio exterior (y cabecera obligada de la navegación fluvial con el interior del país), se construye el complejo arquitectónico de la Aduana, en amplio terreno contiguo a las estaciones del ferrocarril (Estación Montoya) y del tranvía urbano de pasajeros, el cual, dicho sea de paso, funcionó primero con locomotora de vapor y después a fuerza de recuas de mulas.

El ingeniero jamaiquino de ascendencia franco-británica Leslie Arbouin fue el diseñador y constructor de este palacete, en 1919. Su emplazamiento, en el vértice de encuentro entre la Vía 40 y la divisoria que –en el imaginario urbano de aquel entonces– hacía de límite con la parroquia del Rosario, determinó que surgiera el trazado del llamado Callejón Aduana, que es la carrera 50 de hoy. Este que estamos empezando a llamar ahora el Par Vial de la 50.






En este punto y en cuanto al otro referente –la Vía 40– resumiremos así lo que reseñó el escritor Miguel Iriarte, director de la Biblioteca Piloto, uno de los hitos culturales que alberga el Edificio de la Aduana desde su afortunada restauración como patrimonio de la nación: 

La vía 40 en Barranquilla, dice un historiador, era un antiguo camino indígena que mucho después, a finales del siglo XIX, sirvió de guía para trazar la red ferroviaria del Ferrocarril de Bolívar que iba del edificio de la antigua Aduana hasta el muelle de Puerto Colombia y viceversa, para conectar así a Colombia con el mundo. Se dice que tomó ese nombre desde 1940, año en que dejó de operar definitivamente el ferrocarril, ocasión en la cual el presidente Eduardo Santos visitó la ciudad. Después de lo cual ha sido, durante más de medio siglo, la vía que separa la ciudad del río y, más recientemente, el improvisado cumbiódromo, escenario de la Batalla de Flores y los desfiles de la Gran Parada del Carnaval. 

A los barrios Abajo y Rosario llegaron inmigrantes de muchas partes del mundo, especialmente de países mediterráneos y de Centro Europa: españoles, portugueses, franceses, griegos y una fuerte colonia italiana; así como alemanes, ingleses, también norteamericanos; y no pocas familias judías llegadas por vía de las colonias insulares de Holanda en el Caribe (Aruba y Curazao).

Bajo todo ese influjo industrioso y bullicio comercial del entorno, por toda la zona convivían a diario los criollos con gran diversidad de inmigrantes y forasteros; en esa convivencia cosmopolita se fue forjando una “cocina multicultural”, mezclando los ingredientes de aquella pujanza vanguardista que puso a Barranquilla en un primer plano nacional durante toda la primera mitad del siglo XX.



Aníbal Tobón, “histórico” de Grupo El Sindicato   

El Profesor Correa y sus vecinos de La 50



LOS PERSONAJES DEL CALLEJÓN ADUANA

Entre los personajes que hicieron fama por este sector del Callejón de Aduana y alrededores, aquí mencionamos apenas unos pocos: los escritores Alfonso Fuenmayor y Álvaro Cepeda Samudio (del Grupo Barranquilla), en la época en que estuvieron vinculados a Diario del Caribe; el colectivo de artistas El Sindicato, las familias japonesas Tatekawa y Dokú (José Kaor Dokú fue campeón con el Santa Fe en la época de El Dorado, y después héroe de guerra en Corea), familias italianas como los Lamboglia y los Nucci;
el billarista campeón Mario Criales y el recordado excampeón de box Mario Miranda. 
No podríamos dejar de lado a la Novia de Barranquilla Estercita Forero –quien inspiró su bello tema “Palito de Matarratón” en el árbol que dio sombra a la fachada de su antigua casa de la Calle Bolívar y el cual hizo trasplantar hasta su residencia final del barrio El Silencio–; ni al pintor Efraín Cortez, quien vive en París y allí sigue plasmando en el lienzo los mitos, esquinas y personajes de su vieja barriada.
Otro personaje y episodio, con tintes de leyenda novelesca, ocurrió por los años 30s. Protagonista fue el prófugo francés apodado “Papillón” (que traduce “Mariposa”), fugado de los presidios de Cayena e Isla del Diablo y quien llegó a Colombia al naufragar su bote frente a La Guajira. Allí convivió con una joven wayúu hasta que fue recapturado, traído a Barranquilla y confinado en la llamada “Cárcel de la 80”. Esta –que ocupaba media manzana entre las calles Obando (42) y Calle Medellín (43) entre avenidas Olaya y Aduana– albergaba 400 presos y 100 guardianes. “Papillón” trabó allí amistad con otro legendario, “Pájaro Verde”, una especie de Robin Hood barranquillero. Papillón escribió después la novela de su vida aventurera –donde narra algo de sus peripecias en la “Cárcel de la 80”, narración que se convertiría también en una taquillera película de Hollywood, con Steve McQueen y Dustin Hoffman.


FIN