martes, 31 de mayo de 2016



TEMAS DE CIUDAD REGION

Visionar el Área Metropolitana de la Región

Caribe, a partir de un gran clúster portuario



En Cartagena tomó forma esta semana la iniciativa regional “Ciudad Caribe Colombia”, que tuvo por protagonistas a líderes empresariales, políticos y académicos de la Costa, reflexionando ellos  sobre la construcción de una hoja de ruta que traduzca en acciones concretas y programáticas los esfuerzos fallidos de muchas décadas por parte de toda una región: nuestra región Caribe.
Antes de la clausura, un mensaje del presidente Juan Manuel Santos fue leído a la audiencia:  “Le llegó la hora al Caribe colombiano”, expresó allí el mandatario, agregando que se trata de una iniciativa regional “tan oportuna como necesaria”. 
“La iniciativa Ciudad Caribe Colombia se produce en un momento de confianza en las potencialidades de las ciudades de la Costa. La configuración de una agenda para la integración es un paso crucial para hacer de la nuestra una región competitiva a nivel mundial” –señaló el diario El Heraldo.
Y ayer mismo aquellos dirigentes, uno tras otro y 300 en total, firmaron el Pacto por el Caribe. El periodista Juan Gossaín, uno de los participantes del foro en torno a “Ciudad Caribe”, dijo que “Es esta es la última oportunidad que tiene la región”.
Y efectivamente, este anhelo y estos esfuerzos regionales “no son de ayer” sino que datan de por lo menos cine años atrás. Vale la pena que recapitulemos, a grandes rasgos, esa larga trayectoria cumplida a intervalos por la dirigencia costeña en pro de la integración, la autonomía y la competitividad del Caribe colombiano:


Para 1919, hace poco menos que un siglo, una asociación de grupos políticos y empresariales creó la Liga Costeña, cuando sus tres Departamentos –Bolívar, Atlántico y Magdalena– conformaban la Región Caribe.

La Liga Costeña surgió como propuesta para proteger los intereses de nuestra región, frente a las políticas centrales de un Gobierno conservador. El punto de partida fue “la preocupación por la navegación en el río Magdalena, su canalización, sus puertos y vías de acceso”.
“Las políticas conservadoras de entonces se enfrentaban a la dinámica del comercio internacional de los industriales del Caribe, que propendían por la producción de bienes a menores precios, más competitivos que los producidos en el país central” –señalan historiadores de esa época. Efímera, sin embargo, fue la vigencia de aquella Liga Costeña.  

Hubo posteriormente otros intentos y esfuerzos de planeación y organización regional, como la Asamblea Interdepartamental de la Costa, que quiso revivir la Liga Costeña en 1934; también la Corporación Autónoma de los Valles del Magdalena y del Sinú, Cofinorte y luego la Corporación Regional Eléctrica de la Costa Corelca.
Sólo a mediados de los años 70s se produce un proyecto de planeación regional con significativa fuerza y continuidad, cuando se crea la Asociación de Departamentos de la Costa Atlántica y su organismo técnico ejecutivo, el Sipur: Sistema de Planificación Urbano-regional para el Desarrollo Integral de la Región Costa.

“Se establece un sistema de información geográfica por primera vez en la Región, que permitió manejar la información de los Municipios y Departamentos para formular planes y políticas de planeación”. 
 
Ya en el presente siglo y milenio, en 2007, tuvimos el llamado Compromiso Caribe, la declaración que surgió del Taller del Caribe Colombiano, convocado por el Centro de Estudios Regionales del  Banco de la República, Fundesarrollo y el Observatorio del Caribe, en Barranquilla. “El Taller tuvo una amplia participación de diferentes entes académicos, empresarios, políticos, trabajadores y representantes de las comunidades étnicas, provenientes todos de los ocho departamentos que conforman la Región Caribe. 

 

Para marzo de 2010 y en ejercicio de unas elecciones presidenciales se promovió el Voto Caribe, para que por lo menos dos millones y medio de personas expresaran su voluntad de continuar apoyando el proceso de la autonomía regional.

Diversos estudios académicos y gremiales de las últimas décadas han coincidido en recomendar “estrategias y políticas que conviertan las ciudades portuarias de Barranquilla, Cartagena y Santa Marta en el motor conjunto del desarrollo económico regional en el Caribe colombiano”.
Así, un estudio de Joaquín Viloria De la Hoz (2006) propuso que este corredor o cluster portuario “actúe como el dinamizador de las actividades económicas de la Costa Caribe”. Viloria De la Hoz argumenta como sigue: 

La dimensión de la economía portuaria en Colombia es evidente (…) El país cuenta con cerca de 160 puertos en sus dos litorales, divididos en nueve zonas portuarias, siendo las más activas las ubicadas sobre la Costa Caribe. Así mismo, estudios recientes estiman que un 80% del comercio mundial y 85% del comercio colombiano se mueve por vía marítima, por ser este el medio más económico en distancias largas (…) Es una dinámica que invita a que las ciudades portuarias del Caribe colombiano tomen la iniciativa de adecuarse a la nueva realidad de la globalización, para entrar a jugar (de nuevo) un papel estratégico en la economía nacional.